El tiempo parece pararse en Arquà Petrarca, el centro de las Colinas Euganeas que, más de todos los otros, lleva inalterado el fascino antiguo de los burgos medievales. Su nombre remonta a lo mejor a Arquata montium que significa "murallas de las montañas", pero debe su fama a Francesco Petrarca, el poeta que pasó sus últimos años de vida aquí.
Arquà, gracias a su posición favorable, fue habitada hasta la edad del bronce, como testimonian los restos de pilotes en el lago Costa, pero creció sobre todo con la señoría paduana de los Carraresi y la dominación veneciana.
En la maravillosa plaza Roma se encuentran el palacio Contarini, sucesivamente Naccari, en gótico veneciano del siglo XV y, en frente, el palacio del siglo XIV que acoge hoy un restaurante típico dedicado a Laura, la mujer idealmente amada por Petrarca.
Cierra la vista la iglesia de S. María, que remonta a los años inmediatamente sucesivos al mil, ampliada y enriquecida por un palimpsesto pictórico de gusto bizantino hasta el influjo de Giotto: notable la tela de Palma el Giovane, la "Ascensión". A mediados de la palze delante de la iglesia surge la tumba de Petrarca, que murió aquí en 1374, en la casa que se puede visitar hoy en día. Se trata de una arca de mármol rojo de Verona, construida séis años después de la muerte del poeta. En la calle debajo de la plaza hay una fuente con lavabos llamada "del Petrarca", cuya construcción fue declarada ser del mismo poeta aunque la realización parece del siglo XIII. Al lado encontramos dos casas de la época, una gótica y una del siglo XV con jardín pensil.
Se sale de la plaza y se recorre la calle Roma: a la izquierda hay una casa románica con detalles góticos y del siglo XV y una pequeña construcción, un antiguo hospital para mendigos del siglo XIV.
Sucesivamente, después de otra casa del siglo XIII, encontramos Masión Alessi, un tiempo sede de los véscovos de Padua en visita pastoral, hoy utilizada para acontecimientos y conciertos. Se abre Plaza San Marco y se encuentra el oratorio de la Santísima Trinidad con la Loggia dei Vicari, decorada con los escudos de los nobles rectores paduanos, que administraban la ciudad en nombre de la República de Venecia.
Destrás de la iglesia con techo de cabaña, que guarda una pintura de Palma el Giovane y otros frescos, empieza la característica subida hacia los jardines de Monte Castillo. Regresando hacia la Loggia, surge una casa restaurada en el siglo XVI con una hermosa balconada hacia las montañas alrededor, habitada dos siglos antes por el famoso medico Jacopo d'Arquà. Pasada la columna del León del Véneto (1612) se llega, recorriendo la calle Valleselle, a la casa donde vivió Petrarca de 1370 a 1374.
Decorada en el siglo XVI con arcadas y frescos inspirados al Canzoniere, el aspecto original de la casa fue reintroducido entre 1909 y 1923. Actualmente la casa es la sede de una mostra permanene de obras y reliquias del poeta.
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